EL IZQUIERDISTA SUPERÓ A BOLSONARO EN LA ELECCIÓN DEL 30 DE OCTUBRE
El presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva fue investido el domingo, y en su primer discurso expresó optimismo sobre sus planes de reconstrucción y prometió que los miembros del gobierno saliente de Jair Bolsonaro rendirán cuentas.
Lula asumió el cargo por tercera vez después de frustrar el intento de reelección de Bolsonaro. Su regreso al poder marca la culminación de un resurgimiento político que fascina a sus simpatizantes y molesta mucho a sus rivales en una nación fuertemente polarizada.
“Nuestro mensaje para Brasil es de esperanza y reconstrucción”, manifestó Lula en un discurso en la cámara baja del Congreso después de firmar el documento que oficialmente lo instala como presidente. “Este gran edificio de derechos, soberanía y desarrollo que esta nación construyó ha sido demolido sistemáticamente en años recientes. Y vamos a encaminar todo nuestro empeño en volver a erigir este edificio”.
La explanada principal de Brasilia era una fiesta el domingo en la tarde. Decenas de miles de simpatizantes ataviados con el color rojo del Partido de los Trabajadores, al que pertenece Lula, vitoreaban tras su investidura.
También celebraron cuando el presidente dijo que enviará un informe sobre el gobierno anterior a todos los legisladores y autoridades judiciales, revocará los “decretos criminales” de Bolsonaro que relajaron las normas sobre el control de armas, y hará que el gobierno previo rinda cuentas por su negacionismo frente a la pandemia de COVID-19.
“No traemos ningún espíritu de venganza contra los que buscaron subyugar a la nación a sus designios personales e ideológicos, pero vamos a garantizar el imperio de la ley”, declaró Lula, sin mencionar el nombre de Bolsonaro. “Los que erraron responderán por sus errores, con amplios derechos para su defensa dentro del debido proceso jurídico”.
Es improbable que la presidencia de Lula sea como sus dos mandatos previos, luego de la contienda presidencial más reñida en más de tres décadas en Brasil y la resistencia de algunos de sus opositores para que asumiera el puesto, según analistas políticos.
El izquierdista superó a Bolsonaro en la elección del 30 de octubre por menos de dos puntos porcentuales. Durante meses, Bolsonaro había sembrado dudas sobre la confiabilidad del voto electrónico y sus leales seguidores se resistieron a aceptar la derrota.
Desde entonces, muchos de ellos se congregaron en el exterior de cuarteles militares, cuestionando los resultados y pidiéndole a las fuerzas armadas que impidieran que Lula llegara a la presidencia.
Sus partidarios más acérrimos recurrieron a lo que algunas autoridades y miembros del próximo gobierno calificaron de actos de “terrorismo”, lo cual provocó preocupaciones por la seguridad en los actos de la jornada de investidura.
Lula tendrá que navegar condiciones económicas más desafiantes de las que disfrutó en sus dos primeros periodos, cuando el auge global de las materias primas ayudó a que Brasil gozara de prosperidad.