El tiempo es oro y el que lo perdió dejó ir un tesoro, reza un refrán popular. La frase adquiere un valor mayor en la estrategia política, en la que los tiempos cuentan y cada etapa trae sus afanes.
Pero sacando un balance a la candidatura presidencial del PLD, 114 días después, contados a partir del 16 de octubre de 2022, parecería que fue un tiempo perdido para el avance que necesita Abel Martínez. Lo más impactante que hizo desde su elección fue la designación de Francisco Javier García como jefe de campaña y el anuncio de que nombró coordinadores provinciales de su proyecto.
Lo cierto es que el partido morado vivió su mejor momento político desde que salió del poder, el 16 de octubre con la elección de la candidatura presidencial en una consulta que se caracterizó por el orden, la buena organización y un resultado que no generó división.
El propio hecho de que Martínez se impusiera con un amplio margen frente a sus competidores, fue un gran empuje para ese 16 de octubre, al que mucho apostaron para contar un antes y un después del escenario electoral. Pero cuatro meses después, ese impacto no se ha sentido. La candidatura del PLD luce que no logró despegar, a pesar del buen moméntum que tuvo en el escenario de la elección.
Martínez, fuera de algunas actividades que lucen poco organizadas, sin la sistematicidad que necesita para competir con candidaturas como las del presidente Luis Abinader y Leonel Fernández, no se ha sentido.
De hecho, siquiera participa en los medios de comunicación, una herramienta que necesita y es vital para su proyecto, tomando en cuenta que tiene el reto de superar el desconocimiento que tiene la población de él como figura.
Es evidente que el proyecto presidencial del PLD está afectado por las múltiples agendas de los grupos que convergen a lo interno y eso ha dificultado desarrollar una estrategia efectiva de cara al 2024.