Dajabón.- Poco después de las 8:00 de la mañana, dos dominicanas, cada una en su motocicleta, ingresaron al paso fronterizo.
¡Tengo una nacional que me viene a la lavar la ropa, tenme el permiso para ir a buscarla!, dijo la señora vestida con poloshirt azul y pantalones cortos a uno de los militares.
“Eso debe hablarlo con el encargado, vaya allí y espere que llegue”, respondió el agente al indicarle con las manos, el área al que debía dirigirse en el puente que conecta a República Dominicana con Haití.
Ese es el panorama regular y evidencia de fraternidad existente entre Juana Méndez y Dajabón. Dos pueblos que desdicen mucho de la percepción que se tienen en gran parte de la República Dominicana, Haití y otras naciones, respecto a cómo se vive en la frontera.
La crisis desatada en el vecino país debido al control que tienen las bandas armadas en Puerto Príncipe, afortunadamente no tiene influencia en la vida de estos dos pueblos cuyos habitantes han entendido que se necesitan mutuamente.
En Dajabón no solo se vive del comercio binacional que se desarrolla lunes y viernes, es más que eso. Los haitianos y dominicanos, con las restricciones propias para los temas de seguridad y legalidad, conviven como buenos vecinos que en ocasiones pueden tener diferencias en algunos aspectos pero que han sabido manejarlas porque se necesitan uno a otro.
“Yo lo conozco a usted mi don pero vaya allá a buscar el permiso”, refería con respeto un militar dominicano a un haitiano que quería ingresar al pueblo.
Dajabón y Juana Méndez cuentan con una gran cantidad de trabajadores temporeros que contribuyen al desarrollo de las actividades económicas de ese municipio y la provincia.
Como ellos, muchas personas se movilizan en esa zona fronteriza a agilizar actividades de la vida diaria.
¿Entones, no hay deportaciones de migrantes irregulares?
Al leer estas líneas podría pensarse que por este paso fronterizo no se ven las repatriaciones de migrantes en condición irregular que detienen los agentes migratorios a través de los operativos que realizan. Pues, la verdad es que se dan y con mucha frecuencia.
En menos de una hora, llegaron tres camiones, dos de ellos grandes, cargados de migrantes que fueron devueltos a su nación.
Los candados colocados en camiones que eran conducidos en reversa hasta la puerta de entrada del lado haitiano, fueron abiertos por un oficial de la Dirección General de Migración y rápidamente fueron bajando los hombres y mujeres de diferentes edades que no pasaron el filtro de depuración en el centro de detención.
Mientras eso ocurre, personal que labora para las diversas organizaciones nacionales e vinculadas a temas migratorios, observan, toman notas y también reciben documentación respecto a quienes son “expulsados”.
elCaribe pudo observar cuando oficiales de Migración entregaron documentación respecto a menores de edad que habrían llegado a la frontera acompañados por un familiar adulto, sin embargo, no pudo ver esos niños llegar.
El personal de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), de puesto en la zona, al recibir la documentación proveniente del personal del Consejo Nacional para la Niñez y Adolescencia (Conani) estaba investigando qué había pasado con esos menores que se supone debían haber llegado en los camiones.
A la par con esto, una gran fila de vehículos de motor con cama grande, cargada de los productos de primera necesidad adquiridos por los comerciantes haitianos.