Migración de antillanos británicos en República Dominicana y su impacto en la industria azucarera
A lo largo de los siglos XIX y XX, la República Dominicana experimentó un fenómeno migratorio significativo que involucró a inmigrantes provenientes de las Antillas Británicas. El movimiento migratorio estuvo impulsado por la necesidad de mano de obra en la industria azucarera dominicana, que durante esa época atravesaba una etapa de crecimiento.
La migración de los antillanos empieza luego de que entre los años 1912 y 1916, el Central Romana buscara la mano de obra blanca en Puerto Rico y solo 200 braceros llegarán en 1916. Esto se debió a dos razones: la primera fue que las autoridades no entregaban pasaportes para llegar a Santo Domingo y por las presiones ejercidas a partir de 1916 por la Federación Libre de Trabajadores.
De acuerdo con el libro "Inmigrantes de las Antillas británicas en la República Dominicana: Cocolos en San Pedro de Macorís y La Romana 1870-1950″, de Rafael Jarvis Luis, la mayoría de migrantes que se asentaron en San Pedro de Macorís y La Romana eran de Antigua y Saint Kitts.
La llegada de estos migrantes tuvo lugar durante la primera ocupación estadounidense (1916-1924) y entre los primeros años de la dictadura de Rafael Leonidas Trujillo, donde buscaban "blanquear la raza", es por esto que la mayoría de los braceros u obreros eran blancos.
Documentación requerida para llegar a RD como obrero
Debido al gran flujo de personas que salían de Saint Kitts, las autoridades comenzaron a regular a los obreros y es por esto que antes de partir de la isla, los migrantes debían de proveerse de un pasaporte o documento que acreditara que eran ciudadanos británicos.
Según el manuscrito, los migrantes que llegaban a Santo Domingo debían de presentarse ante el viceconsulado en San Pedro de Macorís e inscribirse en una lista. Con estos procedimientos el consulado podría intervenir en futuras problemáticas que los migrantes pudieran presentar.
Los reglamentos también fueron para aquellos que fungían como "promotores de la emigración hacia Santo Domingo", el Gobernador debía de dar una licencia a estos promotores, el interesado en querer una de esas licencias tenía que pagar 10 libras y antes de las salidas de los obreros, el promotor tenía que entregar una lista con los nombres de los obreros y cuatro chelines por cada uno; con el tiempo aumentó.
Llegada de hombres
La migración de antillanos británicos estuvo integrada en su mayoría por hombres. Esto debido a los contratos realizados entre los ingenios azucareros y los promotores de trabajos o "Carter Rey" como se les denominó.
"A veces, algunos obreros que llevaban varios años en el país solicitaban permisos a las autoridades para traer a sus madres, esposas y hermanas. Al parecer hubo momentos en que se dificultaba la entrada de mujeres", expresa el autor Rafael Jarvis Luis en el libro.
Durante la ocupación estadounidense (1916-1924), una ordenanza de la administración militar dio permiso a las personas no caucásicas para regular su estatus. Tres años después y luego de que la ocupación acabara, en 1927 se registró que 15,494 braceros fueron favorecidos con sus permisos de residencia. En 1928, se registraron a 2,060 personas.
Con el comienzo de la época trujillista, en 1930, disminuyó la entrada de migrantes al país con relación a las tres primeras décadas del siglo XX, por las leyes dictadas en los primeros siete años de la dictadura.
Dictadura de Trujillo
Aunque al comienzo de la tiranía de Rafael Leonidas Trujillo, en 1930, la corriente de migrantes bajó, no quiso decir que los antillanos británicos dejaron de llegar al país. Algunas islas sí tomaron precaución como Trinidad y Tobago, ya que las autoridades prohibieron la salida de obreros de ese territorio.
Entre 1932-1933 ingresaron al país 1,138 obreros y entre 1933-1934 entraron 1,572, desde las Antillas Menores.
Durante la administración de Trujillo, en el aspecto de los extranjeros se basó en dos puntos: incrementar los ingresos fiscales y continuar las viejas aspiraciones de "blanqueamiento". Es por esto que durante una época los migrantes fueron "acosados" para que pagaran un impuesto de inmigración, esta práctica la comenzaron en Santo Domingo, y la siguieron en San Pedro de Macorís donde apresaron a varios obreros por lo mismo.
"En 1931 se impuso el pago de una estampilla de RD$3.00 a los extranjeros que presentaran solicitud de inmigración. Con el propósito de recaudación y blanqueamiento, la Ley núm. 279 de febrero de 1932 fijó el impuesto del permiso de entrada en RD$300.00 y el de permanencia en RD$100.00 a los de ascendencia africana y asiática, mientras que los no asiáticos y caucásicos pagarían RD$6.00 por el permiso de entrada y RD$6.00 por el de permanencia", expresa el documento.
En ese entonces, los infractores de la ley eran castigados de tres a seis meses de prisión o una multa que iba de 100 a 200 pesos dominicanos, también podían enfrentar ambos castigos y ser deportados.
Durante varios años, el régimen de Trujillo varió los precios de los impuestos, por las reacciones de los Gobiernos de procedencia de los migrantes. Es por esto que, en 1933, se reforzó una ley llamada "Dominicanización del trabajo", la cual ordenaba a las empresas a colocar dominicanos en el 70 % de los puestos de trabajo. "Esta norma perjudicó a una gran cantidad de braceros, que perdieron la manera de ganar el sustento, e incrementó las necesidades en muchas familias migrantes", expresa la investigación.
¿A qué se dedicaban los antillanos británicos que afectó la ley?
Por la ley establecida, en Central Romana afectó a 326 personas, donde sus oficios iban desde carpinteros, choferes, ingenieros locomotores, mecánicos, bomberos, albañiles, entre otros.
La llegada de los braceros de las Antillas Británicas disminuyó después de 1937, debido a la "Masacre de Perejil" o matanza de miles de haitianos ordenada por Trujillo, la cual ocasionó un repudio internacional. Tal fue la magnitud del rechazo que, un año después, en 1938, se derogó la Ley de Dominicanización del Trabajo.