
El canciller ruso, Serguéi Lavrov, visitó ayer al presidente Luis Abinader en una reunión que, aunque histórica —al ser la primera vez que un jefe de la diplomacia rusa pisa suelo dominicano—, transcurrió con una sobriedad que rozó casi el secretismo.
Una visita sin precedentes, pero algo discreta. A diferencia de otros encuentros de alto nivel en la sede del Poder Ejecutivo, esta vez las escalinatas del Palacio Nacional no fueron testigo de la tradicional bienvenida oficial. No hubo alfombra roja, ni rueda de prensa, ni saludos ante las cámaras. De hecho, casi no hubo cámaras. Solo silencio y seguridad.
El canciller ruso, Serguéi Lavrov, visitó ayer al presidente Luis Abinader en una reunión que, aunque histórica —al ser la primera vez que un jefe de la diplomacia rusa pisa suelo dominicano—, transcurrió con una sobriedad que rozó casi el secretismo.
La visita no apareció en la agenda pública del mandatario. Tampoco fue anunciada por los canales oficiales. El itinerario de Abinader incluyó tres actividades previas, la primera un acto con funcionarios de la Embajada de Estados Unidos.






