
Luis Alberto Pujols no borra de su memoria la alegría y sonrisa de su hija de 32 años, Yokairy Pujols Martínez, fallecida en la tragedia del desplome del techo en la discoteca Jet Set.
“Ella era la estrella que iluminaba mi vida”, inicia sus palabras en su humilde rancho con una voz melancólica que lo obliga hacer una pausa para mirar hacia abajo, en señal de tristeza.
Han pasado 50 y tantos días y todavía la recuerda con gran dolor, sentado en una silla plástica roja, debajo de una mata de mango en la comunidad El Rincón de este municipio. Allí revisa su celular para buscar la última conversación por WhatsApp con su hija, una joven que llenaba de orgullo a su familia, con un futuro promisorio en el área diplomática.
—“Bendición, papi, ¿como amaneció? ¿Cómo está la vida, la salud? ¡Cuéntemelo!”, fue la nota de voz enviada por su hija días antes de aquella trágica noche.
Luego de responderle su padre, ella le devuelve el mensaje:
—“Cualquier cosa, me manda una nota de voz o me escribe, así estamos en contacto siempre”, pero ese “siempre” se convirtió en la última vez que conversaron.
A partir del fatídico hecho, el agricultor Alberto Pujols no ha sido el mismo, largos días de desesperación le acompañan con una fuerte depresión que han impactado su salud.
“Estoy durmiendo un chin, yo pensé que me iba a morir de la depresión, tengo una depresión matándome”, confiesa sobre el deceso de su hija, quien era licenciada en Relaciones Internacionales, había concluido una maestría en Diplomacia y Servicio Consular, y se destacaba por su sed insaciable de conocimiento.
Su hermano Huandel Pujols, de 27 años, con quien Yokairy vivía en Santo Domingo, destaca las cualidades de su hermana.
“Ella era una muchacha muy hermosa que se destacaba en todo lo que hacía. En los estudios, en su profesión, en todo. La vida de ella prácticamente se basó en sus estudios, porque ella estaba muy centrada en ser una persona de alto valor para la sociedad”, describe.
Recuerda que la última vez que la vio fue la noche de la tragedia. Ella fue a su habitación a enseñarle cómo le quedaba la ropa y se despidió, sin pensar que era la última vez que la iba a volver ver, dejando en la orfandad a tres hijos: una niña de 13 años y dos varones 7 y 4.
Luis Alberto Pujols sostiene que ni la muerte de sus padres lo han sumida en tan grave situación emocional. “Mi corazón no se arremetió tanto ni cuando mi mamá murió. Cuando mi papá murió fue diferente, porque ya él murió de viejo, a los noventa y pico. Ya uno sabe que esa edad acaba con la persona, pero esto fue lo más grande que me ha pasado en mi vida, me arrebataron mi hija”, agrega con nostalgia sobre el colapso del techo.
Al momento de su muerte, Yokairy se desempeñaba como asistente del jefe de misión en la Embajada de Guatemala en la República Dominicana, donde su profesionalismo y compromiso eran reconocidos por colegas y superiores.
“Ella me dijo a mí: ‘papi, cuando yo sea embajadora, te voy a llevar al país que más te guste’. Ella era ese amor”, rememora un compungido hombre dedicado a las labores agrícolas.
“No tenía maldad para nadie, era una dulzura, un corazón limpio, no porque era hija mía, lo decían los demás. Esa muñeca no era negativa para nada. Yo le decía a ella, tú tienes que ser diferente a todo el mundo y me decía: ‘sí papi, yo voy a ser diferente y cuando yo llegue lejos, te voy a ayudar a ti, te voy a ayudar’”, indica.
La joven profesional que se vislumbraba como una promesa en el ámbito de la diplomacia en República Dominicana, asistió a la fiesta de Rubby Pérez y su orquesta, al recibir una invitación de su tía, Sofía Martínez, quien también murió en la tragedia y quien vino desde España. Esta, a su vez, fue motivada por una hija (fallecida) de su amiga para que la acompañe a ese lugar, esta última es una de las sobrevivientes con un reservado pronóstico, ya que sufrió fuertes lesiones.
Su tía, luchó para viajar a República Dominicana tras conseguir un permiso luego de siete años de espera, y había llegado recientemente, sin saber que pocos días después iba a ser parte de ese fatal desenlace.
Pujols Martínez creció con una visión clara: quería servir, transformar, y tender puentes entre los pueblos. Su pasión por las relaciones internacionales la llevó a estudiar en la Maestría en Diplomacia y Servicio Consular (V Cohorte) del Instituto de Educación Superior Formación Diplomática y Consular (INESDYC).