
Muchos evitan andar a pie y tomar el transporte público
Entre los inmigrantes haitianos indocumentados hay quienes han cambiado radicalmente su forma de vivir y trabajar en la República Dominicana, en su esfuerzo diario para evitar a los agentes de Migración y, con ellos, la deportación o el soborno.
Muchos salieron del radar público y ahora viven a la sombra. Salen a lo esencial, y evitan andar a pies y en el transporte masivo desde que el Gobierno arreció el año pasado los operativos migratorios y sumó un protocolo especial en abril del 2025 en los hospitales públicos.
Un ejemplo de ello es Fátima (nombre ficticio), una inmigrante haitiana indocumentada que se dedica al trabajo doméstico y ahora gasta la mitad de su sueldo, de cerca de 15 mil pesos mensuales, para desplazarse en taxis.
Fátima ha limitado sus salidas a trabajar y comprar comida por miedo a que la apresen de nuevo y termine en Haití, dejando aquí a su marido y a su hijo de 11 años.
"Una vez me atraparon. Ellos me agarraron en la calle y les dije que tengo una jefa (…) Mi madrina (su jefa) les pagó 3,000 pesos y me dejaron libre", narra.
Además del transporte público, el miedo a ir a un hospital los empuja a la medicina privada, que consume sus escasos ingresos, y también genera riesgos para la salud en aquellas en estado de gestación.
"El miércoles pasado yo tenía un dolor. Como yo no podía ir a un hospital público, fui a una clínica privada. Me hice una sonografía y ya. Salió todo normal", detalla Fátima.
Menos pasajeros
Los operativos migratorios han provocado un descenso en la cantidad de pasajeros que usan las rutas de transporte público, cuyos vehículos son detenidos para revisar el estatus migratorio de los extranjeros a bordo.
Richard Antonio Paula, secretario general de la Asociación de Choferes de Carros Isabelita-Farallones (Asochocaifa), asegura que la reducción ha sido importante.
- "Hemos tenido una baja notoria, porque había una gran cantidad de ciudadanos extranjeros de nacionalidad haitiana que usaban nuestros servicios, pero la gran mayoría de ellos no tienen condición migratoria legal y eso ha hecho que muchos tengan que usar otro tipo de servicio más oculto", señala.
Paula afirma que frecuentemente los agentes de la Dirección General de Migración (DGM) desmontan y detienen a sus pasajeros haitianos.
Un chofer de la misma ruta, que prefiere reservarse su nombre, estima que los haitianos eran el 50 % de todos los que montaba a diario en su vehículo.
"Han bajado bastante. Aquí nosotros montábamos mitad haitianos y mitad dominicanos", percibe.
Usan taxis
Los haitianos se han inclinado por los taxis, aunque en ellos también corren el riesgo. El conductor Yeury Rosario, de la plataforma Uber, ha sido testigo de varias detenciones, en las que sus clientes han tenido que presentar documentos de identidad.
Ricardo Polanco, de la misma compañía, nota un incremento en la cantidad de pasajeros haitianos con perfil de clase media a partir de la crisis política que produjo el magnicidio de Jovenel Moïse, en Haití, hace cuatro años.
A ellos se suman personas de bajos recursos que evitan exponerse. "Antes yo los llevaba a los hospitales, y ahora no los estoy llevando", agrega el taxista.