
Estudios recientes confirman que el polvo del Sahara transporta virus, bacterias y hongos que alcanzan el Caribe, incluida la República Dominicana, con posibles efectos adversos en la salud humana
Como cada año, nubes densas de polvo del Sahara cruzan el Atlántico impulsadas por vientos del este, alcanzando regiones de Europa, América y el Caribe.
Aunque estos polvos son ricos en minerales y nutrientes esenciales para ecosistemas como el Amazonas, estudios científicos recientes han revelado que también transportan microorganismos patógenos, incluidos virus, bacterias y hongos, capaces de resistir condiciones extremas y llegar viables a zonas habitadas.
Esta doble cara del fenómeno ha captado la atención de la comunidad científica y de las autoridades sanitarias, que ven en estas nubes una posible amenaza para la salud pública.
Un análisis publicado en 2024 por Frontiers in Microbiology y citado en Scientific American indica que el polvo del Sahara puede actuar como vehículo para virus entéricos como rotavirus y norovirus, así como bacterias como Staphylococcus aureus y Brucella spp.
Aunque muchos de estos microorganismos no siempre llegan activos, su presencia en las partículas respirables puede afectar a personas con afecciones previas. Estudios anteriores, como el de Aerosol and Air Quality Research, también habían detectado la presencia de enterovirus y rotavirus en muestras ambientales recogidas en Tenerife durante eventos de polvo sahariano.
En 2024 y 2025, estos episodios no han sido menos frecuentes. El pasado 25 de mayo, Diario Libre consignó que una nube de polvo del Sahara avanzaba hacia el Caribe, alertando sobre su impacto en la visibilidad y en la salud de personas vulnerables.
Los reportes confirmaron concentraciones elevadas de partículas finas en el aire, así como un incremento en síntomas respiratorios y alérgicos, especialmente entre niños, adultos mayores y personas con asma o enfermedades pulmonares crónicas.
La Agencia de Salud Pública del Caribe (CARPHA) también emitió recomendaciones, instando al uso de mascarillas y la reducción de la exposición al aire libre durante estos eventos.
- La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha advertido que el peligro de este fenómeno "radica en el contenido de bacterias, virus, esporas, hierro, mercurio y pesticidas que presenta el polvo".
- Según el organismo, cuando los vientos del desierto del norte de África levantan arena, recogen contaminantes al pasar por zonas deforestadas. "Estas tormentas, cuando logran concentrarse y alcanzar áreas pobladas de Europa y América, pueden provocar la aparición de alergias y crisis asmáticas en muchas personas", señala la OMS.
Esta advertencia respalda las preocupaciones de las autoridades sanitarias en las regiones receptoras del polvo, entre ellas el Caribe y Centroamérica.
En el caso de República Dominicana, las autoridades monitorean los niveles de contaminación del aire ante el paso de estas masas de polvo. Además del impacto respiratorio, los científicos advierten que las partículas pueden contener residuos de pesticidas y metales pesados, lo que agrava aún más su potencial daño.
Investigadores de la Universidad de Texas A&M, por ejemplo, encontraron en 2024 material genético de más de 100 familias de bacterias y hongos en muestras recogidas durante un evento de polvo en Houston, lo que sugiere una diversidad microbiana considerable en estas nubes.
Los minerales del polvo sahariano —como arcilla, calcio y hierro— protegen a los microorganismos de la radiación solar y la desecación, facilitando su supervivencia durante el transporte intercontinental.
Riesgos para la salud
Además, el polvo puede irritar las mucosas respiratorias y favorecer la entrada de agentes infecciosos, como ha sido documentado en regiones del Sahel africano, donde los brotes de meningitis coinciden con los picos de polvo.
Aunque no siempre se establece una relación directa entre estos microorganismos y enfermedades específicas, sí existe un vínculo consistente entre los episodios de polvo y el aumento de infecciones respiratorias y alérgicas.
En el sistema respiratorio se ha establecido que puede agravar condiciones como el asma y la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC), causando dificultad para respirar, tos y irritación en la garganta.
Mientras que en los ojos y piel puede provocar conjuntivitis alérgica, irritación ocular y empeorar enfermedades como la dermatitis atópica y la psoriasis.
La evidencia científica más reciente confirma que estos eventos representan un riesgo real para la salud pública, especialmente en el Caribe, donde las condiciones climáticas y la densidad poblacional pueden amplificar sus efectos.
Ante este panorama, expertos y autoridades coinciden en la necesidad de fortalecer los sistemas de monitoreo ambiental y epidemiológico, y desarrollar campañas de prevención dirigidas a las poblaciones más vulnerables.