
Las demandas de los usuarios se acumulan, mientras crece la sensación de desatención por parte de las entidades
En la casa de los Sepúlveda, en un barrio tranquilo y marginal de Santo Domingo, los pocos abanicos casi siempre descansan y la nevera mantiene los alimentos del día a día. No hay lujos, ni televisores encendidos a toda hora, ni equipos de alto consumo eléctrico.