
En algunas comunidades de Washington, el miedo propagado por la presencia policial ha afectado a los niños. Algunos de sus padres han sido detenidos.
La última vez que vio a su esposo, el padre de sus tres hijos, fue cuando salió de su apartamento en Washington hace un mes para comprar leche y pañales. Poco después, él llamó para decir que lo habían detenido, pero que no se preocupara, porque solo era la policía local. La siguiente vez que supo de él, estaba en un centro de detención en Virginia.