
NEW YORK.- En el universo del baloncesto, donde los sueños rebotan como balones y la gloria se mide en sudor, destreza, agilidad y concentración ha surgido una nueva constelación: Abraham Céspedes, un joven dominicano de apenas 15 años, que comienza a escribir su propio evangelio deportivo con la tinta de su talento y la disciplina de los grandes.
En el Torneo Internacional Copa Hugo Cabrera, celebrado en New Jersey, Abraham se destacó como una gloria del baloncesto que viste con orgullo la camiseta del Club San Lázaro, donde promedia cifras dobles en cada partido, como si cada punto fuera una nota musical en la sinfonía de su ascenso.

Su juego deslumbra por la técnica que utiliza y por el alma que imprime en cada salto, en cada pase, en cada mirada fija hacia el aro que parece un sol a conquistar y procura penetrar a los torneos de la NBA, ACB, ACB y otras Ligas de fama mundial.
Con la serenidad de un veterano y la pasión de un niño que sueña, Céspedes se ha convertido en símbolo de entrega y esperanza para su generación.
Su paso por los torneos juveniles, muchos de ellos como capitán invicto del Club Rafael Barias, demuestra que el liderazgo no se hereda, se forja en el temple del sacrificio y la constancia.

Nacido bajo el amparo de una familia de profundas raíces en la ética y la educación, Abraham Céspedes es hijo del reputado abogado Víctor Manuel Céspedes y nieto del exprocurador general de la República Víctor Céspedes, de quienes ha heredado la rectitud y la fuerza de carácter que hoy lleva a la cancha como bandera.
El joven prodigio del baloncesto dominicano continúa ascendiendo con la elegancia de quien no busca fama, sino trascendencia