
La lucrativa red criminal de la yakuza controló por años el narcotráfico, los casinos clandestinos y el comercio sexual en el archipiélago asiático.
Las dos falanges que le faltan en el meñique delatan el pasado criminal de Mako Nishimura, una de las pocas mujeres que han pertenecido a la mafia japonesa yakuza y que hoy dedica su vida a ayudar a antiguos criminales a reinsertarse en la sociedad.