La procesión avanzó por las empedradas calles hasta llegar a la Puerta del Conde, donde los participantes entonaron con orgullo las notas del Himno Nacional.
En un ambiente cargado de fe y devoción, la procesión en conmemoración del día de la Virgen de la Altagracia, se realizó ayer en la Ciudad Colonial.
Este 21 de enero, los feligreses católicos celebraron con entusiasmo y solemnidad a su protectora espiritual, en una procesión que recorrió las principales calles de la Ciudad Colonial, congregando a cientos de familias, comunidades y devotos vestidos de blanco, con crucifijos y un profundo amor por su “madre”.
Partiendo desde la histórica Catedral Primada de América, entre cantos y rezos los asistentes avanzaron con respeto y unidad, reflejando la tradición de esta procesión que se realiza cada año.
La procesión avanzó por las empedradas calles hasta llegar a la Puerta del Conde, donde los participantes entonaron con orgullo las notas del Himno Nacional.
En este punto, líderes religiosos, entre ellos sacerdotes y miembros de congregaciones católicas, ofrecieron emotivas palabras dedicadas a la Virgen de la Altagracia, destacando su guía espiritual para los dominicanos.
Durante una pausa en el recorrido, el sacerdote Nelson Clark expresó que “los colores de la bandera llevan los colores del manto de la Virgen de la Altagracia”, haciendo alusión al vínculo entre la Virgen y la identidad nacional.
Además, resaltó el significado del año jubilar, enviando un mensaje al Gobierno dominicano:
“Estamos en el año jubilar, en el jubileo se comienza de nuevo, el Papa ha pedido que se le controle la deuda a los países pobres y sino toda, al menos una parte, también pedimos para la República Dominicana que se dé eso, que se puedan pagar las deudas a los que se le debe, a las personas que el gobierno le debe, que pueda aparecer el fondo y se pague la deuda”, concluyó Clark.
Acompañados por los instrumentos de la orquesta del Ejército de República Dominicana, las Hijas de la Altagracia y representantes de diversas parroquias, la procesión continuó su recorrido por la calle Arzobispo Nouel, con un fervor palpable entre los asistentes que llenaron de paz las antiguas calles de la Ciudad Colonial.
El destino final fue el Santuario Arquidiocesano Nuestra Señora de la Altagracia, ubicado en la calle Hostos, fundado en 1922, un espacio que durante más de un siglo ha sido testigo de innumerables muestras de fe hacia la virgen.
En el Santuario esperaban con alegría cientos de católicos la llegada de la Virgen y la procesión, acompañados de familiares, amigos y ofrendas.
Al llegar, fueron recibidos con los acordes de música religiosa, mientras las campanas del Santuario repicaban con fuerza.
Allí, luego de cantar nuevamente el himno nacional, se llevó a cabo una misa que inició a las 6:00 de la tarde, al finalizar la procesión.