
Por Ana Bertha Pérez, M.A.
Periodista, Locutora y Maestra de Ceremonias.
Uno de los temas que más debe ocuparnos en este momento como nación es la manera en que el presidente Luis Abinader ha asumido, con responsabilidad y visión de Estado, el manejo de la profunda crisis que atraviesa Haití. En un contexto regional cargado de tensiones, violencia e ingobernabilidad, la República Dominicana ha tomado una postura firme, seria y proactiva en defensa de su soberanía y de la estabilidad regional.
El presidente Abinader ha puesto en marcha una ofensiva diplomática sin precedentes, demostrando su compromiso auténtico con la seguridad nacional. No se trata de un gesto simbólico ni de una postura aislada. Por el contrario, ha articulado una estrategia sólida que inicia con la construcción de consensos a lo interno del país.
Parte de esta iniciativa fue la convocatoria a reuniones con los ex presidentes Leonel Fernández, Danilo Medina e Hipólito Mejía. Estos encuentros, celebrados primero en el Ministerio de Defensa y luego en la Biblioteca Nacional junto al Consejo Económico y Social, reflejan una intención clara: enviar un mensaje de unidad nacional frente a una amenaza real y compartida.
Pero el alcance de esta estrategia va mucho más allá de nuestras fronteras. El mandatario, junto a los ex presidentes, ha enviado cartas conjuntas a líderes del Consejo de Seguridad de la ONU y a jefes de Estado de naciones influyentes. La solicitud es contundente: transformar la actual Misión Multinacional de Apoyo a la Seguridad (MMAS) en Haití en una misión híbrida, bajo el liderazgo directo de las Naciones Unidas. Esta nueva misión permitiría superar limitaciones logísticas, garantizar estándares de derechos humanos y, sobre todo, avanzar hacia una solución política liderada por los propios haitianos.
Las comunicaciones enviadas advierten con claridad que, de no actuar a tiempo, Haití podría convertirse en un foco permanente de crimen transnacional, narcotráfico y terrorismo. Además, se hace un llamado a no postergar más allá de junio la aprobación de la resolución del Consejo de Seguridad, especialmente considerando la inminente rotación del contingente keniano actualmente desplegado como parte de la MMAS.
Cabe destacar que dicho contingente, liderado por Kenia, representa una de las principales fuerzas internacionales sobre el terreno. Su continuidad y efectividad dependerán en gran medida del respaldo estructural que pueda brindar una misión de mayor envergadura y autoridad, como la que se propone bajo mandato directo de la ONU.
Esta acción diplomática impulsada por el presidente Abinader coloca a la República Dominicana en una posición destacada dentro del escenario geopolítico internacional. No solo por su cercanía e impacto directo, sino por el liderazgo mostrado al alzar la voz con claridad y determinación frente a una amenaza que concierne a todos.
Estamos, sin duda, ante un momento de alto valor geopolítico. El presidente Abinader ha logrado posicionar a la República Dominicana como un actor clave en la búsqueda de soluciones globales, actuando con firmeza, sentido de urgencia y, sobre todo, con una profunda vocación democrática y multilateral.
Este es un paso que debemos observar, respaldar y valorar. Porque lo que se decide hoy en torno a Haití, marcará también el destino de nuestra isla y de toda la región.