Tras meses de suspense alimentado por él mismo, Donald Trump lanzó oficialmente este martes por la noche en Florida su tercera carrera hacia la Casa Blanca. “Este era un gran país hace dos años, y dentro de dos años volverá a serlo”, dijo, rodeado por una docena de banderas estadounidenses. Habló durante más de 60 minutos a una audiencia entregada, que, reunida en su mansión de Mar-a-Lago, jaleaba cada una de sus frases, llenas de mentiras, exageraciones y medias verdades. “2024″, añadió con su inequívoca cadencia: “¿Estáis listos? Yo lo estoy. El regreso de América empieza ahora mismo”. Y después sentenció: “Para conseguir que América vuelva a ser grande y gloriosa, anuncio esta noche mi candidatura a la presidencia”
Pocos minutos antes de comparecer para compartir un mensaje cuyo contenido no podía ser una sorpresa para nadie, trascendió que había cumplimentado el papeleo necesario para lanzar su nuevo órdago presidencial. Con la noticia de un trámite burocrático ante la Comisión Federal Electoral, quedaba inaugurada su tercera candidatura a la Casa Blanca, que ocupó entre 2017 y 2021, durante una legislatura en la que se mostró como uno de los presidentes más divisivos de la historia de Estados Unidos. En ese tiempo, que incluyó el asalto al Capitolio por una turba de sus seguidores después de que aquel se negara a aceptar su derrota en las urnas, también superó dos juicios políticos (impeachments) en su contra.
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Trump empezó la comparecencia repasando los logros de sus cuatro años en el cargo. Habló de “históricas reducciones de impuestos” que no lo fueron tanto, de una pandemia “controlada”, de la “economía más grande que ha visto nunca la humanidad”, que estropearon quienes vinieron detrás, y de “la frontera del Sur más fuerte que se recuerda”, gracias a un muro que dijo que había completado, aunque eso tampoco era verdad. También se refirió al “movimiento sin parangón” que lidera, y concluyó: “Haremos que América vuelva a ser rica. Haremos que América sea fuerte y orgullosa de nuevo. Haremos que América sea segura otra vez. Haremos que América recupere la gloria. Y le devolveremos su grandeza”.
Con tan familiares mimbres para la desinformación, Trump lanzó su campaña inusualmente pronto y solo una semana después de la celebración de las elecciones legislativas del 8 de noviembre, que se han saldado con una decepción histórica para los republicanos, en gran parte, por el insatisfactorio rendimiento en las urnas de los candidatos que apoyó Trump y por el estilo que ha instaurado en un partido que tiene secuestrado desde hace seis años.
Tanto su figura, que es venerada por en torno al 40% de los votantes conservadores, como su empeño en el negacionismo electoral han alienado, según las encuestas, a indecisos e independientes. Destacados líderes y poderosos donantes de la formación han lanzado señales estos días de que tal vez haya llegado la hora de pasar página de su legado, mientras sus posibles contrincantes ya no se esconden. Ni unos ni otros pueden negar, con todo, lo que la visita a cualquiera de sus mítines confirma: la pasión con la que lo idolatran sus seguidores adquiere a menudo la forma de un culto.