
Trump confirmó que la CIA está operando clandestinamente en Venezuela
La tensión política y militar en Venezuela se intensificó ayer tras confirmarse que el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, autorizó a la CIA a realizar operaciones clandestinas dentro del país, según reveló The New York Times. La medida, que busca aumentar la presión sobre el régimen de Nicolás Maduro, coincide con un momento simbólicamente adverso para el mandatario venezolano: el reciente Premio Nobel de la Paz concedido a María Corina Machado, líder opositora y símbolo de resistencia democrática, quien ha declarado que Maduro "no llegará a fin de año".
De acuerdo con el New York Times, la autorización presidencial otorga a la Agencia Central de Inteligencia un margen de maniobra para emprender acciones encubiertas en territorio venezolano y en el Caribe, con la finalidad de debilitar las estructuras de poder del chavismo. Aunque la naturaleza exacta de esas operaciones se mantiene en secreto, altos funcionarios estadounidenses admitieron que la iniciativa busca acelerar el desgaste del régimen de Maduro y facilitar un cambio político.
En una rueda de prensa en la Casa Blanca, Trump confirmó las versiones periodísticas y defendió su decisión de endurecer la ofensiva. "No quiero decirles exactamente, pero sin duda estamos considerando la tierra ahora porque tenemos el mar bajo control", declaró el mandatario, aludiendo a los bombardeos recientes contra lanchas que, según Washington, transportaban drogas desde Venezuela. "Pierdes a tres personas y salvas a 25,000″, justificó, al referirse a las muertes de presuntos narcotraficantes en esas operaciones.
¿Autorizó a matar a Maduro?
Preguntado por un periodista si había autorizado a la CIA a "eliminar" a Nicolás Maduro, Trump se limitó a responder que sería "ridículo" contestar a esa pregunta, pero añadió que "Venezuela está sintiendo la presión, como también muchos otros países". El comentario, ambiguo pero contundente, marca un nuevo capítulo en la política estadounidense hacia Caracas, que desde el retorno de Trump a la presidencia ha adoptado un tono de confrontación abierta.
Según fuentes citadas por el New York Times, la autorización fue firmada semanas atrás y permite a la CIA actuar sin necesidad de aprobación caso por caso del Consejo de Seguridad Nacional. Es la primera vez en décadas que Washington abre la puerta a operaciones encubiertas de ese tipo en América Latina, lo que refleja el grado de frustración ante el estancamiento político venezolano y las denuncias de violaciones sistemáticas de derechos humanos bajo el régimen chavista.
El gobierno de Maduro, por su parte, denunció lo que calificó como una "agresión imperialista" y ordenó elevar el nivel de alerta de sus Fuerzas Armadas. En un comunicado del Ministerio de Comunicación, Caracas acusó a Estados Unidos de "reeditar las prácticas coloniales de la Guerra Fría" y advirtió que cualquier intento de incursión sería respondido "con todos los medios disponibles".
María Corina en ascenso
El incremento de la tensión internacional ocurre en paralelo con un reacomodo interno de fuerzas. El viernes pasado, María Corina Machado fue distinguida con el Premio Nobel de la Paz 2025, reconocimiento que la consolidó como figura de proyección mundial y, al mismo tiempo, como el rostro más visible del desafío a Maduro. El Comité Noruego del Nobel destacó su "valiente lucha pacífica por el restablecimiento de la democracia y los derechos humanos en Venezuela".
Desde un lugar no revelado dentro del país, Machado envió un mensaje de aceptación transmitido por redes sociales: "Este premio pertenece a todos los venezolanos que no se rinden. Maduro está entendiendo finalmente que el tiempo de impunidad se acabó. No llegará a fin de año en el poder". Su declaración, recibida con entusiasmo por la oposición y con furia por el oficialismo, ha sido interpretada como una advertencia política más que una predicción.
El régimen chavista respondió acusando a Machado de formar parte de una conspiración internacional y calificando el Nobel como "una maniobra de propaganda imperial". Sin embargo, su influencia sobre la opinión pública parece aumentar: a pesar de su marginación política y la persecución judicial, su figura concentra el respaldo de amplios sectores sociales y el apoyo de gobiernos occidentales.
Analistas internacionales señalan que la coincidencia entre la ofensiva encubierta estadounidense y el reconocimiento a Machado crea una coyuntura potencialmente explosiva. "Washington ha decidido subir la apuesta justo cuando el liderazgo opositor vuelve a ganar legitimidad internacional", apunta un diplomático europeo citado por medios internacionales. "El resultado podría ser una ruptura definitiva del equilibrio de fuerzas en Caracas".
Mientras tanto, la población venezolana enfrenta una incertidumbre creciente. Las tensiones políticas se mezclan con la crisis económica y el deterioro de los servicios básicos. En las calles de Caracas, los rumores sobre posibles movimientos militares o nuevas sanciones alimentan la sensación de un desenlace inminente.
En medio de ese clima, la figura de María Corina Machado y las acciones encubiertas de la CIA se entrelazan como dos frentes de una misma batalla: uno moral y otro estratégico. Ambos convergen sobre un mismo objetivo -el fin del régimen de Nicolás Maduro-, pero también abren interrogantes sobre el costo humano y político de cualquier intento de forzar la historia.
Maduro está alarmado
El Gobierno de Nicolás Maduro manifestó este miércoles que ve con "extrema alarma" el uso de la Agencia Central de Inteligencia de EE.UU. (CIA, por sus siglas en inglés) como "una amenaza" contra Venezuela, un conjunto de acciones que, dijo, forman parte de "maniobras" que buscan "legitimar una operación" de "cambio de régimen" en el país. "Observamos con extrema alarma el uso de la CIA, así como los despliegues militares anunciados en el Caribe, que configuran una política de agresión, amenaza y hostigamiento contra Venezuela", expresó el Ejecutivo de Maduro en un comunicado. Por tanto, Venezuela anticipó que su misión permanente ante la ONU elevará una denuncia ante el Consejo de Seguridad y António Guterres.