
Estos actos, cometidos por un amigo, novio, esposo o expareja sentimental, en algunos casos iniciaron con maltratos psicológicos y emocionales, y escalaron hasta afectar el estado físico de la mujer.
La violencia contra la mujer no se detiene, y cada víctima añade una nueva tragedia que sume a la República Dominicana en el luto, donde los verdugos amplían el radar de agresión y no se conforman con apagar las vidas de sus parejas, sino también la de las suegras e hijos.






