La invasión de Rusia ha desplazado a la mitad de los niños de Ucrania. En una cama de hospital en un pueblo cercano a la frontera con Polonia, una niña con una larga trenza rubia y vestida de rosa es una de ellas.
Para llegar allí, Zlata Moiseinko, quien padece una enfermedad cardíaca crónica, sufrió bombardeos diarios, días de refugio en un sótano húmedo y frío, y pasar noches durmiendo en un vehículo helado. La frágil niña de 10 años se inquietó tanto que su padre arriesgó su vida para regresar a su apartamento en el noveno piso, a 90 kilómetros (60 millas) al sur de la capital, Kiev, para rescatar a su mascota, el hámster Lola, para consolarla.
El roedor ahora descansa en una pequeña jaula al lado de la cama de Zlata en una escuela convertida en un hospital de campaña operado por trabajadores médicos israelíes. La niña y su familia esperan reunirse con amigos en Alemania si pueden arreglar el papeleo que le permita a su padre cruzar la frontera con ellos.
Ucrania no permite que los hombres de entre 18 y 60 años abandonen el país en caso de que sean llamados a pelear, con pocas excepciones.
“Quiero la paz para toda Ucrania”, dijo tímidamente la niña.
La UNICEF, la agencia de Naciones Unidas para la infancia, dice que la mitad de los niños del país, 4.3 millones de un estimado de 7.5 millones, han huido de sus hogares, incluidos unos 1.8 millones de refugiados que han abandonado el país debido a la guerra.
Los niños están por todas partes, acurrucados entre maletas en estaciones de tren, carpas de ayuda humanitaria, convoyes de evacuación. Es uno de los mayores desplazamientos desde la Segunda Guerra Mundial.
La madre de Zlata, Natalia, cruzó las manos en oración y estaba al borde de las lágrimas. “Pido ayuda para nuestros niños y ancianos”, dijo la madre. El jueves se cumplió un mes de guerra.
Fue por casualidad que la familia se enteró del hospital israelí en la ciudad fronteriza de Mostyska, donde hay una relativa comodidad, sin el sonar de las sirenas.
Por momentos, para llenar el silencio, Zlata toca el piano en la escuela. Echaba de menos jugar mientras la familia huía, dijo su madre. Natalia mostró con orgullo el canal de actuaciones de YouTube de su hija. Sin embargo, el video más reciente mostraba el escondite de la familia en el sótano. Mientras la cámara temblorosa hacía un paneo para mostrar una bombilla desnuda y paredes de concreto, la madre narraba en un susurro.
“Todo lo que tenemos son papas y algunas mantas… Espero que no nos quedemos aquí mucho tiempo”, dice en la grabación.
Por ahora, hasta que la familia se mude de nuevo, hay algo de paz.