Danilo Medina se mantiene como presidente del partido morado, reelecto el domingo
El Partido de la Liberación Dominicana (PLD), que alguna vez fue llamado "la fábrica de presidentes" por su entonces líder Leonel Fernández en 2013, está lejos de la fortaleza que proyectaba entonces. Fernández predijo que el PLD administraría el Estado más allá de 2035, pero siete años después, ese pronóstico se desmoronó.
En aquellos años, el PLD era un partido robusto, sin oposición significativa, ya que el Partido Revolucionario Dominicano (PRD) enfrentaba sus propias divisiones internas. En 2012, Danilo Medina asumió el tercer mandato consecutivo del partido, habiendo vencido a Hipólito Mejía con un 51.21% de los votos.
Fundado en 1973 por Juan Bosch, el PLD aspiraba a continuar la obra de Juan Pablo Duarte bajo principios de disciplina y unidad. Paradójicamente, la falta de cohesión interna es una de las razones de su decadencia actual.
La estrella del partido brilló por primera vez en 1996, cuando Leonel Fernández alcanzó la presidencia con el apoyo de Joaquín Balaguer, en una alianza contra el PRD. Sin embargo, las tensiones entre Fernández y Medina comenzaron a surgir en 2007, cuando Medina denunció el uso de recursos públicos en su contra en las primarias.
La crisis interna estalló en 2019, cuando el sector leonelista se opuso a una nueva modificación constitucional que permitiría la reelección de Medina. Ante la presión, Medina renunció a la reelección y respaldó a Gonzalo Castillo, argumentando la necesidad de "sangre nueva" en el partido. Sin embargo, años después, el pasado domingo Medina se contradijo al ganar nuevamente la presidencia del PLD, venciendo a Francisco Domínguez Brito con un 67.33% de los votos.
La confrontación pública entre Fernández y Medina reveló tensiones que venían arrastrándose desde hace años. Ambos líderes sacaron a relucir viejas heridas y desacuerdos, debilitando la cohesión del partido.
El "Pacto de Juan Dolio"
En 2016, tras semanas de enfrentamientos internos, el sector de Fernández accedió a apoyar la reelección de Medina a cambio de que Fernández fuera el candidato en 2020. El acuerdo, conocido como el "Pacto de Juan Dolio", permitió a Medina lograr una histórica victoria sobre el Partido Revolucionario Moderno (PRM).
Una fuga imparable
La salida de Fernández y la fundación de la Fuerza del Pueblo (FP) marcaron el inicio de un éxodo de miembros del PLD hacia otros partidos, incluido el PRM. Escándalos judiciales que involucraron a altos dirigentes y familiares de Medina, junto con la suspensión de las elecciones municipales de 2020, agravaron la crisis. Desde su pico en 2016, el PLD ha perdido 2.3 millones de votos, cayendo al tercer lugar entre los partidos mayoritarios.
El reto de la renovación
Ante la debacle, Danilo Medina y Charlie Mariotti anunciaron su renuncia a la presidencia y secretaría general, respectivamente, y prometieron una renovación profunda a través del X Congreso Reinaldo Pared Pérez. Sin embargo, Medina decidió permanecer en el liderazgo a petición de una parte del Comité Político, lo que provocó divisiones internas. Este conflicto condujo a la renuncia de Domingo Contreras y la expulsión de Carlos Amarante Baret, quien luego formó su propia organización política.
Sin posibilidades de volver a la presidencia debido a las limitaciones constitucionales, Medina enfrenta el reto de revitalizar al PLD para que recupere su competitividad de cara a las elecciones de 2028. De no lograrlo, la organización morada podría seguir el camino del PRD y el Partido Reformista Social Cristiano (PRSC), pasando de ser una fuerza de masas a una organización secundaria que solo negocia posiciones en el gobierno.